El Museo Etnológico de Barcelona y sus colecciones americanas
El Museo Etnológico de Barcelona y sus colecciones americanas
Josep Fornés García*
Júlia Pérez Hernández**
Marisa Azón Masoliver***
Resumen
El Museo Etnológico de Barcelona es una institución que alberga unas colecciones muy
variadas en lo que respecta a procedencia, materiales y tipologías. Se trata de más de 70.000
objetos relacionados con la vida cotidiana de diversas culturas (vida doméstica, oficios, tradiciones
y creencias) de los cuales, unos 40.000 proceden de Catalunya y otras zonas de la
Península Ibérica, mientras que el resto, unos 30.000, son de diversas zonas del mundo: Japón,
Afganistán, Marruecos, Senegal, Guinea Ecuatorial, Papúa Nueva Guinea, Australia, entre
otros, y además las colecciones americanas. Éstas están representadas por unos 9.000 objetos,
distribuidos en tres grupos: la colección precolombina, la colección de etnografía indígena y la
de la América hispánica. La procedencia es, en su mayoría de Perú, Centroamérica y México.
Posee también una excelente biblioteca americanista. El Museo, además de realizar sus funciones
principales, como son adquisición, conservación, estudio y difusión de su patrimonio, en los
últimos años ha apostado por una fuerte implicación en las relaciones con las comunidades
de su entorno, construyendo proyectos culturales de proximidad desde la gestión del día a día,
intentando contribuir tanto como le es posible, a la armonía social.
Le Musée Éthnologique de Barcelone est une institution qui loge des collections très variées
en ce qui concerne a l’origine, les matériels et les typologies. Il s’agit de plus de 70.000 objets
en rapport avec la vie quotidienne de diverses cultures (vie domestique, métiers, traditions et
croyances) Prés de 40.000 procèdent de Catalogne et autres zones de la Péninsule Ibérique,
tandis que le reste, plus de 30.000, sont de diverses zones du monde: Le Japon, l’Afghanistan,
le Maroc, le Sénégal, la Guinea Équatoriale, la Papouasie -Nouvelle Guinée, l’Australie, entre
d’autres, et en outre les collections américaines. Celles-ci sont représentées par quelque 9.000
objets, distribués dans trois groupes: la collection précolombienne, l’etnographie indigène et la
collection de l’Amérique hispanique. L’origine est en sa majorité le Pérou, Amérique Centrale
et Mexique. Il possède aussi une excellente bibliothèque americaniste. Le Musée, en plus
d’effectuer ses fonctions principales, tels que l’acquisition, conservation, étude et diffusion de
leur patrimoine, les dernières années a parié sur une forte implication dans les relations avec
les communautés de son environnement, en construisant des projets culturels de proximité à
partir de la gestion quotidienne, en essayant de contribuer tant comme il lui est possible, à
l’harmonie sociale.
Artigrama, núm. 24, 2009, 135-164 — I.S.S.N.: 0213-1498
* Antropólogo. Director del Museo Etnológico de Barcelona. Dirección de correo electrónico:
pepfornes@gmail.com.
** Americanista. Responsable de Comunicación del Museo Etnológico de Barcelona.
*** Especialista en Arte y Conservación de Bienes Culturales. Responsable de Colecciones e Investigación
del Museo Etnológico de Barcelona.
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Artigrama, núm. 24, 2009, pp. 135-164. ISSN: 0213-1498
Palabras clave
Armonía social, etnología, precolombino, indígena, hispánico.
Harmonie sociale, éthnologie, précolombien, indigène, hispanique.
Los antecedentes
Desde principios del siglo XX algunos intelectuales y eruditos se plantearon
la posibilidad de hacer un museo de Etnografía en Barcelona.
Acabada la Exposición Universal de 1929 el arqueólogo Pere Bosch
y Gimpera organizó el Museo Arqueológico en el espacio del antiguo
Pabellón de las Artes Gráficas del Parque de Montjuïc. Allí el folclorista
Joan Amades y Gelats, organizó una primera colección de Etnografía,
seguramente con materiales reunidos por él mismo y por Rossend Serra
y Pagès.
Siendo Agustí Duran y Sanpere director del Archivo Histórico de la
Ciudad de Barcelona se retoma la vieja idea, que se materializará en los
inicios de los años 40.
Etapas de formación
El actual Museo Etnológico de Barcelona es fruto de la unión de dos
instituciones museísticas, creadas ambas en la década de los 40, gracias al
impulso del mencionado Duran i Sanpere y del que fue Teniente de Alcalde
Delegado de cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Tomás Carreras
i Artau, al que hay que agradecer la formación, en plena posguerra, de
muchos de los actuales museos de Barcelona.
La primera institución, el Museo de Artes, Industrias y Tradiciones Populares,
se crea el año 1942 ubicándose en el recinto del Pueblo Español
de Montjuïc, bajo el nombre de Museo de Industrias y Artes Populares.
Su misión era recolectar materiales de vida cotidiana, oficios y tradiciones,
principalmente de Catalunya sin olvidar el resto de España. Joan Amades,
toda una autoridad en el folclore catalán i Ramón Violant figura capital
de la etnología catalana, fueron los encargados de su organización. Ramón
Violant desarrolló una ingente labor, ejemplo del trabajo etnográfico con base científica, a pesar de ser autodidacta. Adquirió en nombre del Ayuntamiento de Barcelona un patrimonio objetual de gran importancia
para la etnografía catalana de todos los tiempos, en un momento de alto
riesgo para la conservación de aquellos humildes e infravalorados materiales
de la cultura de la gente.
Posteriormente se incorporaron importantes colecciones de Catalunya
y de diferentes zonas de España, como La Rioja, Salamanca, León,
Almería y Teruel. La colección hispánica alberga actualmente un fondo
de 40.000 objetos.
En 1948 se funda la segunda institución y se la denomina Museo
Etnológico y Colonial. Inaugurada en el año 1949, su primera sede fue
un pequeño pabellón construido con motivo de la Exposición Universal
de 1929, también situado en la montaña de Montjuïc. August Panyella,
antiguo colaborador del Dr. Carreras fue nombrado director. El y su esposa
Zeferina Amil, como conservadora, fueron los impulsores durante
más de 30 años de la formación de unas colecciones de cultura material
que se caracterizan por la diversidad de procedencias.
Panyella y Amil, juntos o por separado, en ocasiones acompañados
por dos colaboradores, Albert Folch Rusiñol, mecenas barcelonés y Eduald
Serra Guell, escultor y antropólogo, ambos para siempre ligados a la
historia del Museo Etnológico de Barcelona, viajaron por todo el mundo
adquiriendo materiales para el museo.
Las expediciones, realizadas con una metodología basada en el trabajo
de campo in situ, se inician a principios de los 50, en las que por
aquel entonces eran las colonias españolas: Marruecos, Sahara español y
Guinea Ecuatorial. August Panyella contó en este último destino con la
eficaz colaboración del etólogo Dr. Sabater Pi, gran estudioso de la etnia
fang.
La década de los años 60 fue especialmente fructífera en cuanto a
cantidad, diversidad y calidad de los fondos adquiridos: Japón, América
Central y Andina, Nepal, India y Afganistán donde se desarrollaron
campañas de prospección y recolección. Es en este momento, de gran
expansión viajera, cuando el Museo obtiene el mayor contingente de
piezas americanas.
Albert Folch y Eudald Serra adquirieron también en esta etapa, por
encargo del Museo, un excelente conjunto de piezas de Papúa Nueva
Guinea.
En los años 70 hay que destacar las expediciones a México, Marruecos,
Senegal, Etiopía y Turquía que completarán una extraordinaria etapa
de enriquecimiento patrimonial.
En este periodo, concretamente en 1973, habida cuenta del importante
crecimiento de la colección y de las reducidas dimensiones del
pabellón donde se ubicaba el Museo, se construye un nuevo edificio,
previa demolición del anterior, con el fin de albergar en condiciones los
fondos patrimoniales. Fue el primer edificio construido en Catalunya,
en el siglo XX, concebido para ser un museo: con amplios espacios de
reserva, archivo fotográfico, biblioteca, talleres de restauración, fotografía,
carpintería, mecánica, etc. Era, en su momento, un edificio modélico en
cuanto a la concepción de sus funciones museográficas. Continúa en la
actualidad siendo la sede del Museo.
En los años 80, el Consistorio barcelonés decide suprimir del presupuesto
las partidas para la compra de materiales en el extranjero. A partir
de este momento, el incremento de las colecciones se basa en donaciones
de particulares y puntualmente depósitos de otros museos. El conjunto de
las colecciones no hispánicas se sitúan alrededor de unas 30.000 piezas.
El Museo de Artes, Industrias y Tradiciones Populares y el Museo
Etnológico sufrieron, a lo largo de los años, diferentes avatares: anexión
de ambos museos en 1962, escisión en 1982 y posterior compactación
en 1999. Desde entonces, el Museo Etnológico de Barcelona alberga
unidas las colecciones procedentes de la Península Ibérica y las del resto
del mundo. Esta unificación hace especialmente interesantes sus fondos
patrimoniales, haciendo posible, dentro de un mismo centro, abrir el abanico
de procedencias. Es pues, un museo cuyas colecciones representan
perfectamente la manifiesta multiculturalidad de la ciudad de Barcelona,
compuesta de colectivos que provienen de las más diversas zonas del mundo,
de las que precisamente conservamos un valioso patrimonio.
En la actualidad, el museo incorpora constantemente en sus colecciones
el patrimonio oral e inmaterial, fruto del trabajo de campo en las
comunidades de origen de los nuevos barceloneses.
El Museo hoy
El Museo Etnológico de Barcelona es hoy un espacio de diálogo y de
conocimiento entre culturas. Propone formas de conocimiento desde la práctica y la implicación personal, y desde el diálogo, como instrumentos útiles para el conocimiento del otro y para recrear pautas de convivencia
para el futuro. Lleva a cabo el estudio y la difusión del conocimiento de
los humanos, de las gentes, de sus relaciones con el entorno, su organización
política, sus sistemas económicos y sus creencias, etc.
El museo desarrolla las actividades considerando la diversidad de las
sociedades, y la situación dinámica en sus contextos.
La sociedad plural a la que servimos desde los museos reclama respuestas
a las inquietudes sociales y culturales del mundo de hoy. Estas
respuestas no pueden ser sólo periodísticas o políticas, deben ser también
respuestas articuladas desde la Historiografía, la Arqueología, la Antropología,
la Sociología, en definitiva: deben ser también respuestas científicas.
Los nuevos retos.
El museo del tercer milenio debe tener una gran capacidad de adaptación
a los cambios sociales y económicos que se producen en las sociedades
actuales, por lo que se requiere una actitud abierta y de escucha
permanente a la sociedad a quien sirve. Debe mantener vivo el espíritu
crítico a la hora de programar sus ofertas al público. La capacidad de
atraer nuevos públicos es un reto constante que es necesario revisar día
a día.
Acercar el patrimonio a la gente quiere decir ser sensibles a todos y a
cada uno de los registros de comunicación de los receptores; quiere decir
entender las nuevas necesidades de los nuevos visitantes y saber formular
hipótesis de públicos futuros.
La Antropología, como ciencia social que se sirve de la interpretación
y la comparación, es útil para articular discursos científicos capaces de
asumir el reto de investigar y explicar los cambios históricos de nuestra
sociedad plural, construyendo los relatos comprensibles que la gente pide
desde una perspectiva etnohistórica.
El museo de hoy debe facilitar herramientas para poder pensar el
pasado y repensar el presente, para devolver a la sociedad sus caudales
culturales y también debe ser capaz de emocionar al público, es por este
motivo que es tan importante trabajar con el patrimonio intangible.
En los procesos de planificación del desarrollo local se considera
la cultura como aquello que da un sentido integral a conceptos como bienestar, cohesión, capacitación, sociedad civil, capital social, compromiso, pertenencia, especificidad, creatividad. El Patrimonio no es una
excepción.
La Conferencia del ICOM (International Council of Museums), para
Noviembre del 2010 centra su atención al concepto del papel de los museos
en la armonía social.
Los museos también pueden contribuir a la creación de un nuevo
imaginario para la cohesión social. Su función social se ha ido modificando
igual como lo ha hecho la de la misma cultura en la sociedad contemporánea.
El público del museo pertenece cada vez más a nuevas categorías
de la población que buscan en el museo también un lugar de relación
social dónde se ofrecen otras formas de disfrutar del tiempo libre.
El público potencial de los museos es a menudo gente joven, una
parte importante de la población que se está formando. Pero la tipología
del público de un museo cada vez será más diversa, tan diversa como
la sociedad dónde desarrolla su acción. La construcción de las nuevas
identidades avanza en paralelo con las nuevas formas de vida social y esto
comporta una sociedad cada vez más plural con culturas que cohabitan
pero que no siempre conviven.
Para que personas de culturas diferentes puedan convivir libremente
y puedan superar sus conflictos, el primer paso que deben dar es conocerse.
El conocimiento mutuo es importante para la convivencia, y comporta
a menudo, aunque no siempre, ver al otro tal y como es, borrando
estereotipos y estigmas, es decir, deshaciendo prejuicios.
Encontrar los rasgos de semejanza de unos y otros, reconocer la
diferencia como un valor añadido de pluralidad, son ideas importantes
que demasiado a menudo parecen una utopía y no se aplican mucho en
las ofertas culturales más allá de la música o la gastronomía.
Un museo de la memoria como el Etnológico de Barcelona quiere
ser capaz de emocionar a los viejos y a los nuevos visitantes haciéndolos
sentir partícipes de aquello que contemplan y que les evoque identificaciones
pasadas y presentes, y, sobre todo, quiere sugerir preguntas que les
ayuden a la reflexión sobre las nuevas identificaciones del futuro.
La concepción contemporánea de museo implica cada vez más la
reversión en la ciudadanía de los conocimientos potenciales que la difusión
del patrimonio puede aportar. Esto significa aprovechar las potencialidades
objetivas del patrimonio cultural, su dimensión social y colectiva,
su capacidad seductora y educadora, su carácter científico, su potencial
económico y estratégico, su valor simbólico y de identificación. Significa
a la vez incrementar la calidad de vida de los ciudadanos.
En consecuencia el museo debe generar cultura, debe fomentar la
participación y la capacidad crítica, debe promover y difundir sus colecciones,
debe mezclar tradición e innovación, debe ser dinámico, debe
adaptarse a la sociedad cambiante, debe atraer nuevos públicos, debe
hacer más próximo el patrimonio a los ciudadanos, debe pasar de ser
contenedor de cultura y conocimientos a ser un equipamiento dinámico y
próximo a la ciudadanía. Resumiendo, debe ofrecer una propuesta plural
y diversa, debe ser un centro de conocimiento y de intercambio.
El patrimonio, como construcción social y simbólica que es, contribuye
a configurar la memoria colectiva. La concepción del patrimonio
debe ser abierta y dinámica, posibilitando la integración de elementos y
manifestaciones culturales representativas de los diversos colectivos que
configuran la sociedad de hoy.
El museo debe hacer efectiva la dinamización del tejido asociativo,
implicando la diversidad de entidades y de colectivos de cultura popular
presentes en el territorio. Debe ser un proyecto integrador, creativo,
intercultural y cosmopolita. Un museo útil a la gente que dé respuestas
a preguntas como por ejemplo: ¿Por qué llegan pateras y cayucos a
nuestras costas? ¿Por qué molestan los nuevos vecinos con sus peculiares formas de celebrar? ¿Cómo cambian los hábitos culturales en las nuevas generaciones? ¿Cómo es que en España se hablan más de 350 lenguas
además del catalán?
El museo debe estar abierto a las realidades culturales de un mundo
plural proyectándose por todas partes, insertándose en las redes internacionales
de cooperación y posibilitando el acceso de los ciudadanos y ciudadanas
a manifestaciones culturales de procedencia y nivel internacionales.
En este sentido el Museo Etnológico de Barcelona colabora a menudo
con museos de todo el mundo y participa activamente en proyectos
internacionales en Europa, África, Asia, América y Oceanía. El museo
tiene una dimensión de proyección internacional. Últimamente ha participado
activamente en el proyecto «México-Catalunya por La Primavera»
en Guadalajara (México) haciendo trabajo de campo, dinamización y
formación en zonas rurales a partir del patrimonio intangible y su función
de dinamización social en la sociedad actual.
Participamos con nuestros colegas colombianos en la fundación de
la Asociación Mundial de Investigadores de la Fiesta del Carnaval en la
Universidad de Nariño y en la Red Mundial de Carnavales en la ciudad
de San Juan de Pasto. De las colaboraciones se han obtenido resultados
concretos como la participación de más de ciento cincuenta cultores del
Carnaval de los barrios de Barcelona en el Carnaval de Niza este año
2008.
Construir proyectos culturales de proximidad desde la gestión del
día a día de un museo puede ser un trabajo más normal de lo que a
menudo parece.
Quienes trabajamos en un museo de sociedad o de la memoria como
el de Barcelona, trabajamos cada día por construir una museología útil
a la gente.
Las colecciones americanas del Museo Etnológico de Barcelona
La vocación americanista del Museo Etnológico de Barcelona se
manifiesta desde sus inicios y a lo largo de sus diferentes etapas de formación.
August Panyella ya colaboró con el Boletín Americanista de la
Universidad de Barcelona, publicación de la que fue secretario, en cuyo
primer número, del año 1959, aparece un artículo firmado por él y Mercedes
Román: «La colección chama y Cachibo (Amazonia Peruana) del
Museo Etnológico de Barcelona» . Las colaboraciones serán continuas,
Panyella, A. y Román, M., «La colección Chama y Cachibo (Amazonia Peruana) del Museo
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no sólo de Panyella, sino de otros profesionales ligados al Museo como
Zeferina Amil, Mercedes Roman o Carmen Huera, dando a conocer a la
comunidad científica el patrimonio americano del museo.
Una de las primeras colecciones que ingresan en el museo es precisamente
americana. Se trata de un importante conjunto de piezas arqueológicas
y etnográficas procedentes de Ecuador, adquiridas en 1948
gracias a la iniciativa del anteriormente mencionado ponente de Cultura
del Ayuntamiento de Barcelona Dr. Carreras Artau, con el fin iniciar la
creación de los fondos del Museo en ciernes.
En esta primera etapa de formación, se adquieren diferentes colecciones
americanas, por encargo del Museo, a través del explorador ecuatoriano
Leopoldo Gómez Alonso, que también adquiría materiales para
el Museo de la Música y para el Museo de Ciencias Naturales de nuestra
ciudad. Se trata de piezas precolombinas y etnográficas procedentes de
Ecuador y Perú.
En el año 1963 el Museo organiza una expedición a Perú, en la que
se adquiere un importante número de piezas de etnología, artesanía y
arte peruano.
Posteriormente, en el año 1965 se programa una expedición a Centroamérica
y Guatemala en la que se adquieren piezas de etnología, arqueología
y artesanía.
En 1971 se realiza la última expedición al continente americano, concretamente
a México, en la que se recolectan 1474 piezas de etnografía
y arte popular.
Desde aquellos primeros inicios de finales de los 40 hasta la actualidad,
los fondos americanos se han incrementado notablemente, no
solamente gracias a las expediciones propias, sino también por compras
a expertos o particulares, así como donaciones.
El Museo alberga unos 9.000 objetos procedentes de América. Este
fondo está distribuido en 3 conjuntos: la colección precolombina, compuesta
de unas 4500 piezas, y otras 4.500, que podemos dividir entre materiales
etnográficos de población indígena y conjuntos de artes populares
y artesanía de la América hispánica.
Muchos de estos objetos, catalogados como arqueológicos o etnográficos,
tienen también un valor añadido, nada despreciable, como es la
belleza y la plasticidad que toda expresión humana genuina manifiesta. El
Etnológico de Barcelona», Boletín Americanista, 2, Barcelona, Facultad de Geografía e Historia de la
Universidad de Barcelona, 1959, pp. 135-141.
Del Boletín Americanista existe texto en PDF: htpp://www.publicacions.ub.es/.
Panyella, A., El Museo Etnológico y Colonial de Barcelona, Salamanca, Zephyrus, 1950, pp.
69-84.
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arte popular, por muchos considerado
arte menor, por el hecho
de provenir del pueblo sencillo
y anónimo, tiene a menudo
una fuerza expresiva potentísima
que lo iguala a renombradas
piezas de arte contemporáneo.
La fascinación de Picasso por las
máscaras africanas, es bien conocida
y fueron inspiradoras de sus
obras más celebradas. ¿Cómo no
recordar los murales de Keith
Haring cuando contemplamos
las máscaras huichol cargadas de
símbolos ancestrales o cómo no
tener presente el expresionismo
viendo las terracotas hechas por
las mujeres de Ocumicho? [fig.
6]. ¿No son un ejemplo de depurado
diseño las molas kunas de
Panamá o las cerámicas y tejidos
de las mujeres shipibo?
Fig. 6. Diablo sentado sobre serpiente.
Terracota policromada. Ocumicho (México).
Fig. 5. Peine shuar. Alto Amazonas. Ecuador.
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Las colecciones indígenas
Se trata de artefactos provenientes de
grupos humanos americanos con una organización
socioeconómica desligada de
la industrialización y de los sistemas de
vida occidental, con nula o poca influencia
colonial. El Museo cuenta con materiales
de pueblos de la Amazonia ecuatoriana y
peruana, como los jíbaros, los shuars y los
pano, así como conjuntos procedentes de
diferentes comunidades autóctonas mexicanas,
como los huicholes.10
Como anteriormente hemos comentado,
en 1949, a través de compra al explorador
Leopoldo Gómez, entran en el Museo
interesantísimas piezas hechas con materiales
sencillos y humildes en su composición
que proceden del entorno en que viven
estos grupos: cestos, armas y utensilios para
la caza y la pesca como cerbatanas y flechas,
abalorios y ornamentos bellísimos hechos
de plumas de ave, dientes de felino o mono,
élitros de escarabajo, etc. Este tipo de objetos
se ha ido también incrementando a lo
largo de los años a través de donaciones, entre las que hay que destacar
la realizada por Josep M. Fericgla, que recolectó materiales durante su
estancia en la Amazonia [fig. 7].
También se conserva una interesante colección de cerámicas y textiles
procedentes del pueblo shipibo-conibo, también conocido por chama,
muy característica por su tipología y su policromía geométrica [fig. 8].
La América hispánica
La colección de la América hispánica está representada por objetos
de arte popular y de vida cotidiana, religiosa y lúdica, en los que se mezclan
las tradiciones autóctonas con las hispánicas, dando paso a nuevas y
genuinas formas de expresión. Cerámicas y terracotas, artesanías varias,
10 Espejel, C., Artesanía popular mexicana, Barcelona, Blume, 1977; AA.VV ., Artesanía indígena
amazónica, (Catálogo de la exposición en el Jardín Botánico de Córdoba), Córdoba, 1989.
Fig. 7. Pendiente shuar.
Alto Amazonas. Ecuador.
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indumentaria popular, instrumentos musicales, juguetes, herramientas,
etc. Un conjunto muy variado de materiales y tipologías, que proceden
básicamente de Perú, México, y Centroamérica [figs. 9 y 10].
La religiosidad popular, con objetos de imágenes religiosas en talla
policromada, figuras para belenes, árboles de la vida, exvotos, así como
elementos relacionados con las fiestas religiosas, las calacas (calaveras) y
los alfeñiques, curiosas piezas en azúcar, unos dulces típicos de México,
que se degustan en el Día de los Muertos [fig. 11].11
Hay que destacar también las cerámicas de México procedentes de
diversos centros productores, como las de Talavera en Puebla, Guerrero,
Tonalá, Jalisco, Guadalajara, Ocumicho, etc. Las deliciosas terracotas guatemaltecas,
para el Belén, representando músicos, tejedores o peinadoras,
son eco de quehaceres cotidianos del pueblo sencillo [figs. 12 y 13].
Las máscaras, otra muestra de la América festiva y ceremonial, están
ampliamente representadas Guatemala, México: demonios, jaguares,
personajes diversos, llenos de colorido y reminiscencias de un pasado
prehispánico [fig. 14].
Los tejidos. Se conserva una importante colección de indumentària
popular, destacando la colección de molas, típicas blusas femeninas de Panamá,
así como otros tipos, como los huipiles guatemaltecos [fig. 15].
11 Huera, C., «El arte en la América colonial», y «El arte en la América independiente», Historia
Universal Salvat, Barcelona, Salvat, 1983, pp. 337-352 y pp. 342-347.
Fig. 8. Cerámica decorada y tela de algodón, pintada a mano. Pueblo shipibo-conibo.
Amazonia peruana.
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La colección precolombina del Museo Etnológico de Barcelona
Breve descripción de las culturas precolombinas
Como cualquier cultura, las culturas precolombinas se conocen a
través de los cronistas, la recopilación de las tradiciones orales, estudios
lingüísticos, la arqueología y la investigación.
En una antigua visión etnocéntrica, eran consideradas culturas desarrolladas
las de la zona de Mesopotamia, Egipto, China e India, como
asentamientos más destacados de las primeras civilizaciones del mundo.
En la actualidad podemos decir que la Ciudad Sagrada de Caral-Supe
o Norte Chico, en Perú, tiene una antigüedad promedio de 5000 años
aproximadamente, según han confirmado 42 fechados radio-carbónicos.
La ciudad más antigua de América.12
La ciudad de Caral, tuvo un papel destacado como capital económica
de una amplia región, gracias al trabajo de la agricultura, cuyos
productos intercambiaba con los pescadores de la Costa, la Sierra y otras
poblaciones lejanas.
La religión era politeísta, gran número de sus dioses estaban relacionados
con la agricultura, el sol, el agua, el fuego, volcanes y el viento.
El centro de su religión fue el culto al jaguar-felino representado en las
iconografías olmecas y Chavín. Hay animales considerados dioses, como
el caimán, sapos, aves y reptiles de la zona. Normalmente, aparecen
mezclados entre ellos, cabezas de unos y cuerpos de otros, creando seres
mitológicos; sin embargo, en diversas representaciones religiosas tienden
a la abstracción.
12 Kauffman, F., Historia y Arte del Perú Antiguo, Lima, Peisa, 2002.
Fig. 9. Recipientes de calabaza, con
decoración incisa. Huancayo. Perú.
Fig. 10. Flauta de pan. Caña y fibra vegetal.
Colombia.
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Cuando en el resto de América el desarrollo urbano empieza en el
1500 a.C., Chavín de Huántar es coetánea de la cultura Olmeca. Ambas
tuvieron similitudes en todos los medios de producción así como una
gran difusión.
La organización social
Estas sociedades poseían una jerarquización piramidal. A la cabeza
se situaban los Chamanes y los Sacerdotes-Dirigentes, quienes cumplían
funciones religiosas y a la vez gobernaban al pueblo. Los miembros de la
élite se distinguían por el uso de coronas, orejeras, narigueras y collares,
elementos que representaban la categoría de quien los utilizaba, encargados
del culto felínico que reflejaban creencias complejas, vinculaban a los
hombres con los animales, y a los miembros de distintos grupos entre sí.
Las figuras de guerreros por una parte y los cautivos con las manos
atadas, por otra, dejan entrever la importancia ceremonial que tuvo la
guerra en esta sociedad.
En segundo lugar los especialistas, que eran artesanos en cualquier
tipo de arte, realizaron grandes esculturas en piedra y madera, metalurgia,
arte plumario, textiles, ingenios hidráulicos, perfeccionaron las técnicas
de regadío para aumentar la producción agrícola de productos como:
maíz, papas, frijoles, ajíes y calabazas. Estos especialistas eran mantenidos
por el Estado.13
13 Llopis, J. J., Aztecas Mayas e Incas, México, Daimen, 1980, pp. 46-47.
Fig. 12. Figura para Belén «Las peinadoras».
Terracota policromada. Rabinal (Guatemala).
Fig. 11. Cruz con los símbolos de la
Pasión. Madera policromada.
Ayacucho (Perú).
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Fig. 13. Cerámica bruñida. Tonalá. México.
Fig. 14. Máscara hecha por los indios
huicholes. Madera policromada. San
Andrés de Coamiata. (México).
Foto 15. Faja de algodón con bordados.
San Martín de Sacatepéguez (Guatemala).
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Finalmente se encontraban los campesinos, que trabajaban la tierra
utilizando las técnicas ideadas por los ingenieros.
Culto y Funeraria
Es importante tener en cuenta, para una correcta lectura e interpretación
de estas colecciones que la gran mayoría de las piezas estudiadas
en los museos corresponden a ofrendas de tumbas de personajes de alta
posición social. Sería similar en la gran mayoría de culturas tratadas.
Para estos difuntos se realizaban tumbas muy complejas compuestas
de un foso de 30 m. de profundidad, en cuyo fondo se encontraba una
Fig. 16. Recipiente ovoide de base plana, decorado con pintura y relieves que representan al dios
jaguar, con tres cabezas de llama. Cultura Recuay (Perú) 300-800 d.C. Uso ritual.
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o varias cámaras donde eran enterrados miembros de una misma familia.
Junto con los cuerpos se depositaba una gran variedad de objetos a
modo de ofrendas, con figurillas de guerreros armados y cuyo fin sería
resguardar simbólicamente la tumba [fig. 16].
También se encuentran esculturas cerámicas, como por ejemplo,
perros utilizados como emisarios de Xolotl (México) y el perro Calato sin
pelo (Perú) divinidades o protectores de la muerte, ofrendas de cerámica,
tejidos y objetos de oro y plata. Para el pueblo común los enterramientos
se hacían casi en la superficie, el fardo contenía simples telas lisas y pocas
o ninguna ofrenda. Los desniveles en riquezas sugieren una sociedad
profundamente estratificada.
Fig. 17. Cerámica Nazca. Zona sur costera del Perú.
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Artes
La cerámica
La cerámica sustituyó los antiguos contenedores de materiales perecederos
tales como canastos, bolsas de cuero o calabazas. Con ella se
consigue una mejora en las condiciones de almacenaje, transporte y posibilita
la cocción directa de los alimentos. La cerámica desarrolló técnicas
de fabricación, decoración y cocción que permitían una producción a
gran escala. Al poder elaborar formas cerradas podían servir como contenedores
de grano —maíz—, líquidos y bebidas especiales —chicha o
chocolate—.
Fig. 18. Recipiente doble (vaso silbador). Uno de los cuerpos es liso, con decoración grabada.
El otro representa al dios del maíz. Cultura chimú.
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Abundan las figuras modeladas, tales como flora y fauna: perros,
vegetales y conchas marinas. Entre las figuras humanas destacaremos las
figuras de enanos y jorobados. Son más frecuentes las figuras femeninas
en la cultura Chancay.
Las decoraciones son diversas, con incisiones, pastillaje, bruñidos y
policromía [figs. 17 y 18].14
Los tejidos
El material textil cuenta con una larga tradición. Se remonta a 2000 a.C.
La materia prima utilizada en los textiles fue la cabuya (enea), totora y
caña brava. Fueron empleados en forma de sogas, bolsas de red, trenzas
y burdas mantas. Le seguiría para ajuares funerarios, el algodón en sus
dos variedades, blanco y marrón, y la lana de camélidos; la lana de llama
era usada para gente común, mientras que la lana de alpacas y vicuñas
se destinaba a señores, sacerdotes e ídolos.
Se elaboraron mantos hechos tanto en algodón como en lana de
guanaco. Estos tejidos se bordaban con armoniosos tonos multicolores,
así como gasas, tapices, brocados, encajes bordados y telas pintadas. Se
crearon diseños estilizados de animales, aves, peces, seres antropomorfos
y variedad de dibujos geométricos [fig. 19].
El arte plumario
En las prendas se manifiesta el gusto estético por el color; se usaron
en mantas, camisas, penachos, abanicos y sombrillas para preservar del sol
a los personajes conducidos en andas. El desarrollo del color es mucho
14 Una breve síntesis de las piezas expuestas en el Museo en Tous Mata, M., «El món prehispànic
», en Ètnic..., op. cit., pp. 86-95 (incluye imágenes y bibliografía).
Fig. 19. Tejido precolombino. Procede de Chan-Chan, cultura Chimú. Perú.
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más avanzado que en la cerámica. Las combinaciones e impresiones que
causan sus colores en la manufactura de mantos son notables. Las plumas
eran insertadas en un hilo principal que luego era cosido sobre la tela.
En sus mantos, la iconografía representaba peces, felinos, monos y aves.
Los brillantes tonos de las plumas empleadas señalan su origen selvático,
por lo cual deducimos que existió un trueque a lo largo y ancho del país
entre la selva, la sierra y la costa.
La Metalurgia surgió sin ninguna influencia proveniente del Viejo
Mundo, tiene una gran antigüedad y sus artífices lograron las más variadas
técnicas y aleaciones. En toda la costa existieron expertos plateros los
cuales realizaron grandes objetos suntuarios, vajillas personales de oro
y plata, para rey-sacerdote como agujas, hachas, cascabeles, narigueras,
mascarones y orejeras [fig. 20].15
Trabajo en piedra
En cualquier cultura se ha trabajado la piedra para diferentes usos,
defensa en un ataque, mazas para moler el grano para elementos votivos
y de culto y en la técnica de la momificación.
Culturas
La cultura Maya
La cultura Maya clásica es, sin duda la cultura más célebre de Mesoamérica
y quizá de toda la América Prehispánica.16
Se desarrolló en el Lago Atitlán, enclavado en la actual Guatemala
que se extendió hasta el extremo de la península del Yucatán, en México
y por diversas áreas de Honduras, Belice y el Salvador en el período
Clásico.
Podemos diferenciar tres grandes épocas:
1. La Formativa o preclásico (1500 aC. a 250 d.C)
2. La Clásica (250 a 900 d.C.)
3. La Postclásica, finalizó con la llegada de los españoles.
Los Mayas construyeron templos piramidales. Se levantaron monumentos
pétreos, como altares y estelas ornamentados con una iconografía
15 Ramos Gómez, L. J. y Blasco Bosqued, C., Culturas clásicas prehispánicas: las raíces de la
América Indígena, Madrid, Anaya, 1988, pp. 38-39.
16 Una visión global de esta cultura en Grube, N. (ed.), Los mayas. Una civilización milenaria,
Colonia, Köneman, 2000.
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conteniendo elementos como el árbol de la vida, serpientes celestes, alcanzaron
en la astronomía y matemáticas las cimas más altas, desarrollando
un complejo sistema de datación conocido como cuenta larga.
La Maya fue la única cultura americana que consiguió establecer una
verdadera escritura basada en ideogramas y signos fonéticos y silábicos,
con cerca de ochocientos signos, sin haberse descifrado del todo.
También investigaron sobre el fenómeno del tiempo, que era visto
como una serie de factores concluyentes que podían repetirse cíclicamente
como los movimientos de los cuerpos celestes, por esa razón se desarrolló
un complejo sistema de datación contando con los dos calendarios
Fig. 20. Máscara y exvotos funerarios. Oro laminado y repujado. Cultura Chimú (Perú).
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mesoamericanos —el ritual de 260 días y el solar de 365 días— en el que
relacionaban el día de la fecha con el año cero.
Se emplearon una serie de productos, bienes y símbolos cuyo uso
quedó reservado a las élites o a determinados cargos. Los sacerdotes
encabezaron el grupo e impusieron sus modos y apetencias; los centros
ceremoniales donde residían estos dirigentes se desarrollaron merced
al tributo común, quienes entregaban su esfuerzo en razón del marco
socio-religioso en el que estaban integrados. Como lo demuestra la gran
dispersión de bienes y objetos. Estos centros ceremoniales parecen ser
los símbolos de extensas áreas rurales y caracterizadas por edificaciones
comunitarias, calzadas y muros defensivos.
Por tanto podemos decir que la cultura Maya fue una sociedad jerarquizada
y depositaria de unos valores propios, basados en una ética
de corte político-religioso, fruto del extraordinario crecimiento cultural.
En el período clásico 250-900 d.C. se origina el máximo crecimiento
de los centros ceremoniales y de la élite reinante. Las rivalidades intercentros
condujeron a un gran incremento en la actividad bélica, con las
secuelas de aprisionamiento, saqueos, destrucción de cosechas, traslados,
entrada de mercenarios y muertos.
Los cambios climáticos más los elementos citados propiciaron el deterioro
y la quiebra del sistema Maya en la zona sur [fig. 21].
La cultura inca
Su cronología se inició con Manco Càpac (1300-1550 d.C) y finaliza
con el abandono de la ciudad de Machu Picchu.
Esta cultura tuvo como centro la ciudad de Cuzco. La gran expansión
inca comienza con la conquista de Cajamarca y del reino Chimú. Los
incas se consolidaron como Imperio en el territorio comprendido entre
Junín y el Lago Titicaca en la sierra central y sur, Cajamarca y el reino de
Chimú, alcanzando Pasto por el Norte y el río Maule por el sur, teniendo
como límite oriental los Andes y la selva.17
Aprovechando los conocimientos que durante milenios habían adquirido
culturas anteriores, el gobierno de los incas obtuvo con su extraordinaria
organización la construcción de acequias, canales, caminos y depósitos,
así como el aumento y mejor aprovechamiento de la producción
agrícola, destinado todo esto a obtener un buen nivel de vida.
17 Alcina, J., Las claves del arte precolombino», Barcelona, Editorial Ariel, 1988, pp. 51-52. También
de este autor, Arte Precolombino, col. «Historia del Arte Hispanoamericano», 1, Madrid, Editorial
Alhambra, 1987, 299 pp.
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En la cerámica, una de las
formas más características es la
botella o aríbalo, de cuerpo ovoide,
gollete con la boca abocinada,
base cónica, asa en el cuerpo
y orejas en el borde del gollete
[fig. 22]. En el territorio del reino
Chimú, persiste el asa estribo,
pero con el gollete expandido y
de color negro por la cocción en
horno cerrado.
Toda la decoración es muy
abstracta y simplificada, llegando
a dibujos casi geométricos, mostrando
a veces plantas, serpientes
y aves.
El arte textil, en todas las
técnicas conocidas hasta el mo-
Fig. 22. Aríbalo. Para contener chicha.
Cultura Inca. Perú.
Fig. 21. Urna-incensario de cerámica relacionado con la divinidad.
Sociedad maya quiché. Guatemala.
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mento, muestra la misma decoración que la cerámica, pero hecha con
más rigor y uniformidad.
Los muros del Cuzco, el templo de Coricancha, las ciudadelas de
Ollantaytambo y Machu Picchu así como la fortaleza de Sacsayhuamán,
que en quechua significa Halcón saciado, son obras maestras de arquitectura
incaica.
La cerámica constituyó la fuerza motriz que aceleró los cambios
sociales llevados a cabo en sociedades pre-urbanas. Una vez asimilada la
cerámica en comunidades más complejas y con sistemas ideológicos más
desarrollados, surgirían las decoraciones textiles en las primeras vasijas y
pasaría a ser un instrumento de acceso al conocimiento cultural.
El Museo Etnológico de Barcelona conserva un fondo muy importante
de textiles y cerámica de las culturas citadas. Constituyen parte de los
ajuares de los fardos funerarios de estos milenarios pueblos. A continuación
relacionamos una selección de las piezas más destacadas y variadas
del fondo precolombino [fig. 23].
Inventario [fig. 24]18
México
Teotihuacan piezas de cerámica 142.
Tehotihuacan piezas de obsidiana 26.
Tolteca piezas cerámica 6
Azteca piezas cerámica 3 de piedra1.
Mixteca piezas cerámica 5.
Maya piezas 2.
Nayarit piezas 7
Tarascos 341
Códice Troano 1
Total 533
Guatemala
Maya cerámica 51
Jade 1
Lítica 17
Piedra 31
Total: 100
18 Documentos primarios, Expedientes MEB.
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Fig. 24. Muestra de acondicionamiento de piezas precolombinas.
Fig. 23. Chocolatera, uso ritual con decoración de saurios. Cultura Diquis. Costa Rica.
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El Salvador
Cultura Maya: 42
Piezas Líticas 9
Piezas de piedra 2
Total: 53
Nicaragua
Gran Nicoya
Cerámica 46
Lítica 5
Piedra 1
Total: 52
Costa Rica
Guanacaste-Nicoya
Cerámica 38
Jade 17
Piedras 7
Cultura Diquis
Cerámica 12
Lítica 14
Piedras 3
Total: 91
Puerto Rico
Cultura Taina
Cerámica 27
Lítica 1
Concha 1
Total: 29
Venezuela
Cerámica 9
Concha 2
Total: 11
Colombia
Cultura Quimbaya: ceramica 9
Cultura Muïsca: cerámica 10
Total: 19
Ecuador
Paleoindio: obsidiana, piezas 7
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Cultura Chorrera cerámica 4
Cultura Machalilla cerámica 3
Cultura Valdivia cerámica 9
Cultura de Bahía cerámica 34
Cultura de Cerro Narrío cerámica 2 y Piedras 7
Cultura Cojimíes cerámica 21
Cultura de Guangala cerámica 26 y Conchas 17
Cultura de Jama Coaque cerámica 57
Cultura de Tumaco-Tolita cerámica 160
Cultura de Upano cerámica 13 obsidiana 7
Cultura de Atacames cerámica 23
Cultura de Cañarí cerámica 32
Cultura de Chirije cerámica 41
Cultura Manta cerámica 108 piedras 8
Cultura de Milagro Quevedo cobre 87
Cultura de Panzaleo cerámica 53
Cultura de Punáe cerámica 41
Cultura de Torteros cerámica 349
Total: 1109
Perú
Cultura Paracas cerámica 15, Tejidos 2
Cultura Virú cerámica 13
Cultura Nazca cerámica 36
Cultura Moche cerámica 18 y Madera 3
Cultura Recuay cerámica 16
Cultura Chimú cerámica 69, oro 19, spondylus 8, tejidos 8
Cultura Lambayeque cerámica 15
Cultura Chancay cerámica 45, tejidos 7
Cultura Inca cerámica 18 cobre 28 madera 2 y piedra 6
Total: 328
Brasil
Macumba 16
Witolo 6
Total: 22
Bolivia
Cultura Tihuanaco-Nazca 11
Total: 11
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El fondo americanista de la biblioteca del Museo Etnológico de
Barcelona
El Museo dispone en su biblioteca, creada en 1953, de más de 40.000
volúmenes y de una extensa bibliografía americanista, compuesta de unos
15.000 volúmenes, lo que representa un tercio del total.
Con las primeras colecciones arqueológicas de la costa ecuatoriana
que ingresan en el Museo, llega al mismo tiempo la documentación bibliogràfica
correspondiente. Se trata de libros de Marshall H. Saville, Max
Uhle, Raoul d’Harcourt i de Teodoro Wolf.
Como corresponde a sus colecciones, el fondo bibliogràfico sobre
América es uno de los más importantes. En los presupuestos para las
expediciones siempre hubo un apartado para poder adquirir libros relacionados
con los paises visitados. En las mismas expediciones, como por
ejemplo México y Perú, se adquirieron libros muy interesantes y difíciles
de adquirir fuera del país de origen.
Las áreas geográficas representadas son el área andina, México (el
conjunto más importante, destacando los facsímiles de códices), América
Central, Caribe, Venezuela, Brasil, Argentina, con obras sobre antropología,
etnología, arqueología, arte, etc. También, aunque en menor proporción
disponemos de libros sobre América del Norte.
Hay que remarcar, por el interés específico que tienen para los investigadores,
la biblioteca americanista del prehistoriador Dr. Lluís Pericot,
(900 libros y 1.200 separatas sobre arqueología y prehistoria de América)
adquirida en 1981, así como la biblioteca y archivo personal del Profesor
Alcina Franch, catedrático de arqueología americana de la Universidad
Complutense de Madrid,19 con un fondo de 10.000 volúmenes y que representa
más de medio siglo de estudios sobre América precolombina,
adquirida en 1997. Consta de unos 6.000 ejemplares sobre América. Con
su incorporación, nuestra biblioteca se convirtió, en una de las más importantes
del estado español sobre americanismo.
A partir del 2008, el Museo ha podido incrementar y actualizar notablemente
el fondo bibliográfico, con las últimas novedades aparecidas
sobre América.
19 Sobre el profesor José Alcina, véase el monográfico que le dedicó la revista Anthropos, 68,
Barcelona, Editorial Anthropos, 1987, 64 pp.
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