La Noche de San Juan



Las historias de la noche más corta
Hay una historia entre nosotros que, quien la busque, la encontrará. Así es como empiezan los cuentos las mujeres amazig del Magreb, y es así como quiero empezar a contar esta historia de las tradiciones de las fiestas del buen tiempo en los países catalanes, que llegan a su mayor esplendor la noche de San Juan.
Se cuenta que, hace mucho tiempo, los antiguos pobladores de los Pirineos auyentaban la oscuridad y los espíritus de la noche más corta del año encendiendo hogueras en las cimas de las montañas bajando antorchas cuesta abajo hasta el valle, donde encendían una gran hoguera. Aquel fuego daba fuerza al nuevo sol que luciría en la mañana.
El fuego de la noche de San Juan tiene muchos nombres en los países catalanes y en el país de Arán: foc, foguera,  gala, galades, falla, faia, falles, atxes, fai, faies, xerades, faites, fogueres,  barraques, faro, haro, heixets, foguerill ...
La palabra falla viene del latín facula, que significaba antorcha. Ya en el Libro de los Feits, se cita que las tropas catalanas del rey Jacme llevaban fallas para hacer luz a su paso. El fuego, en forma de antorchas, abría también las procesiones medievales. La palabra atxa se ha hecho popular en el grito: Endavant les atxes, que el sant Crist és a les fosques! Adelante las antorchas que el Santo Cristo está a oscuras! Las antorchas encendidas iluminaban las grandes solemnidades. Todavía hoy en el Pirineo catalán los fallaires bajan corriendo montaña abajo con las falles encendidas hasta la plaza del pueblo donde queman a la gran hoguera.
A mediados del mes de junio, en el pueblo de Durro, correr las fallas por San Quirico es una fiesta grande de la Alta Ribagorça. Los fadrins, solteros del lugar, corren montaña abajo con la falla encendida siguiendo el fadrí major hasta el pueblo. En Isil lo hacen por San Juan.
Desde que el mundo es mundo, a los humanos nos ha fascinado la luz y el calor del sol y del fuego. Pero en tiempos remotos estas prodigiosas energías de la naturaleza habían sido un bien de extrema necesidad para la gente que vivía en constante interdependencia con el entorno natural. Los procesos de adaptación y de transformación de ese entorno primitivo han sido estrategias de supervivencia que los grupos humanos han usado reiteradamente hasta convertirse en culto, tradición, cultura. El fuego del hogar era un elemento que formaba parte de la dimensión de lo sagrado. Todo lo que se quemaba formaba parte de rituales en que cada gesto, cada palabra debían ser precisos, reiterados hasta ser transferidos de una generación a otra, de ahí deriva una palabra que va ligada a los cultos y a las creencias: tradere, transmitir lo que nos ha sido transferido, la tradición.
La domesticación del fuego llegó a la sofisticación en el tiempo clásico. Algunos ritos obligaban a que el fuego sagrado no se apagara jamás. En el templo de Amón en Alejandría se acumuló, en forma de pequeños cristales, el producto de la quema del combustible más utilizado en el Egipto ptolemaico: los excrementos secos de los animales, de ahí el nombre de amoníaco de los cristales que llenaban el techo y las paredes del templo.
Según las crónicas, ya en el quinto siglo antes de nuestra era, también los antiguos griegos disparaban fuegos para celebrar victorias contra los enemigos persas, un fuego griego que hacía estragos en las batallas. Los chinos dominaron las técnicas de la pólvora negra, durante la dinastía Tang, en el siglo IX. En los Países Catalanes, en la Confederación Catalano-aragonesa, en el Reino de Aragón, no se podía concebir una fiesta sin pólvora en el siglo XII. En Valencia, y en los demás territorios que durante tanto tiempo disfrutaron del refinamiento sarraceno, se mantuvo el calor de las fiestas del fuego. Fueron los árabes quienes extendieron el uso de la nieve de China en la Europa del siglo XIII, el nitrato potásico, con que fabricaban la fórmula de su pólvora: diez dragmas de nieve de China, uno y medio de azufre y dos de carbón.
Los catalanes conquistaron la ciudad de Valencia con el rey Jaume I con el uso de la pólvora catalana, la única que se fabricaba en la Europa cristiana de su tiempo. La neu de la Xina, la nieve de China, la extraían los catalanes de la Cova del Rat Penat en Collbató, tamién llamada Cova del Salnitre, en las entrañas de la montaña santa de Montserrat.

Memoria, desmemoria e involución
Hoy los petardos forman parte del imaginario y de los recuerdos de la historia personal de muchos de nosotros. Petardos,  mistos Garibaldi, cebollitas, truenos, tracas, masclets, volcanes, bengalas y cohetes, han estimulado nuestra fantasía cuando éramos pequeños y nos identifican comúnmente en una parte de nuestra memoria colectiva como pueblo. Contaba el erudito escritor de cuentos magrebí Mohammed Hamu, que los niños amazigs dejaban de escuchar los cuentos de sus madres y tías cuando abandonaban el mundo de los niños para pasar a formar parte del mundo de los hombres. El baño de vapor del hammam era el espacio familiar donde las mujeres y los niños, niños y niñas, compartían horas de relatos que no tenían edad. Se iban haciendo grandes mientras iban entendiendo las anécdotas ejemplares, las picardías, las ironías ...
La pregunta es si nosotros los catalanes de hoy nos hemos hecho mayores sin entender aún el sentido de las verdaderas fiestas; si hemos desaprendido de disfrutar de los olores de la pólvora, de las albahacas y de la fragancia nocturna de las humildes flores del Joan de Nit, el Don Diego de Noche, si nos escandalizamos de los tradicionales baños de medianoche en el mar, en las fuentes y arroyos, empapados de una posmodernidad acomodada y puritanista.
Hay una involución antifestiva obsesionada por el control del orden social que tiene altavoces y que es beligerante con la fiesta. Quién no ha visto el bombardeo informativo en torno a las supuestas maldades del desenfreno de la Noche de San Juan? Noticias de portada del número alarmante de accidentes de carretera, salidas de las unidades de emergencia del Cuerpo de Bomberos para apagar hogueras "clandestinas", atenciones de urgencia a los hospitales por intoxicaciones etílicas, quemaduras y heridas debido a los petardos, controles policiales extraordinarios en las carreteras ... Como si no hubiera accidentes, emergencias, borracheras o incendios fuera de las verbenas. Incluso un año se hizo famosa una torta de verbena, en catalán coca de sant Joan, que intoxicó un montón de gente a la Torroella de Montgrí. No era una alarma nuclear, no era tampoco una alarma química, no se trataba de un vertido tóxico en pozos ni a ríos, se trataba simplemente de criminalizar una fiesta que escapa al control de la autoridad. La frecuente ignorancia de los medios de comunicación españoles con todo lo que tiene que ver con la catalanidad provocó un malentendido que aún añadió más leña al fuego al hablar de la "intoxicación masiva por el consumo de coca." No hacen falta más comentarios. La fiesta y el gobierno pesar de la mal disimulada miedo de las autoridades que han gobernado los diferentes niveles de la administración catalana desde hace décadas, San Juan sigue siendo la fiesta más celebrada en los Países Catalanes. La noche de verbena llena calles, plazas y azoteas de pueblos y ciudades sin necesidad de convocatoria, programa ni cartel. En la ciudad de Barcelona el cielo estalla durante horas, quemando millones de petardos voladores que los grupos de festeros encienden desde cualquier punto de la geografía urbana. Las hogueras furtivas burlan las prohibiciones de facto encubiertas en el papeleo burocrático que bajo el seudónimo de "Servicios Técnicos" tiene por lema secular el "Trabajo huye, pereza no me dejes". Recuerdo todavía los tiempos en que el ayuntamiento barcelonés no daba al alcance de perseguir las hogueras. Ahora me viene a la cabeza la inmensa hoguera de la plaza del Raspall, en el corazón del barrio gitano de Gracia. La estructura de muebles y maderos era gigantesca, y hacían falta escaleras para construir aquella verdadera obra de arquitectura efímera. En Cantinfles era el encargado de comandar los niños que recogían las maderas para la hoguera de San Juan en la plaza. Al atardecer se encendía la hoguera y las llamas llegaban a la altura de las azoteas. Era la hoguera más grande de Gracia y la verbena también era la más animada. Con la remodelación de la plaza, que incorporó una renovación de infraestructuras en su subsuelo, la hoguera se dejó de hacer, como ocurrió con tantas hogueras en los cruces de las calles de los barrios debido a una normativa muy restrictiva que priorizaba el tráfico de vehículos por encima de la tradición de la fiesta popular. El Poble Nou, Horta, el Carmel y los barrios de las colinas de Barcelona han conservado mejor la tradición, pero va de baja. Aunque la normativa es la misma, cada vez se autorizan menos fuegos en la capital. El problema de la regresión festiva, con respecto a un elemento tan importante de la verbena como es la hoguera, ha despertado el interés y la preocupación de la Comisión de Seguimiento del Protocolo Festivo de la ciudad de Barcelona y de la Comisión de Cultura Popular del Consejo de Cultura. En el momento de escribir este artículo ya ha comenzado el proceso de revisión de la aplicación de la normativa municipal. Ojalá el fuego se esparza por todas partes. Las acciones de protesta que el mundo asociativo catalán ha tenido que hacer contra la nueva normativa europea, muy restrictiva en el caso de la pirotecnia y los grupos de fuego catalanes, pero que pasa de largo ante la españolísima tortura festiva de los animales en las corridas de toros, no hacen más que evidenciar que, en cuestión de recortes, las autoridades españolas y las europeas suelen ir de la mano. En la manifestación del 7 de febrero de 2009 en la ciudad de Berga se denunció que este tipo de normas ponen en peligro la Patum, los correfocs y todas las fiestas de fuego de los Países Catalanes.

Las fiestas del buen tiempo en el mundo
San Juan es una fiesta celebrada en muchos lugares del mundo. Sus orígenes son remotos, diversos y anteriores a los cultos ya las culturas de los pueblos que hoy la celebramos. Su presencia en lugares tan distantes, como también su relación con otras fiestas del verano y también de la primavera, ha llevado de cabeza a los estudiosos de la mitología popular a lo largo de la historia de la antropología. Leemos del doctor valenciano Àlvar Monferrer que una antigua historia sagrada de la ciudad santa de Sumer, Eridu, explica el baño ritual del dios Ea, el dios de la casa del agua, que tenía por símbolo el Capricornio zodiacal del solsticio de invierno . Los griegos llamaron Oanes a Ea, y también Ioannes, que al latín se transforma en Johannes y en hebreo Iohanan. Juan el Bautista bautiza a Jesús en el río Jordán, el Buda se baña en el río Nairanjana antes de viajar también en soledad hacia el árbol de la iluminación para hacer penitencia durante cuarenta días y cuarenta noches.
La fiesta cae en el solsticio de verano en el hemisferio norte del planeta, de hecho en nuestro hemisferio empieza a alargar el día con la primavera que tiene el equinoccio el 21 de marzo, alrededor de San José, y termina con el solsticio el 21 de junio, junto a san Juan. Durante este periodo se celebra desde tiempo inmemorial, un ciclo que festeja el retorno de la vida en el campo, la exhuberancia de la naturaleza y el aumento del tiempo de luz solar durante el día.
La primavera ha representado desde muy antiguo un tiempo de esplendor desde mediados de marzo hasta finales de junio, de fuego a fuego, de hoguera en hoguera, de San José en San Juan. En el hemisferio Sur en cambio, la primavera del 21 de diciembre al 22 de septiembre. Esto ha originado un amplio ciclo festivo en las culturas latinoamericanas que incorpora y adapta costumbres de otras latitudes, como el ciclo de Navidad y Carnaval, con un gran esplendor y riqueza de matices. No dejan por ello de celebrar San Juan. Como resultado de la fusión entre las culturas de los invasores españoles, los esclavos africanos y los indígenas americanos, se celebran fiestas como los Altares de San Juan venezolanos, la Fiesta de los Moros de San Juan en Latacunga y otras poblaciones del Ecuador, donde la pirotecnia es un elemento indispensable. En México, en Honduras, en Nicaragua, en Perú, en Colombia, por doquier hay sanjuanes y sanjuanitos. La diversidad cultural expresada en estas fiestas, y que ha sido forjada con alegrías y con sufrimientos, es hoy, paradójicamente, un inmenso tesoro colectivo de la Humanidad.

Cuando hay más luz
San Juan culmina el fin del tiempo en que el día se alarga, es la noche más corta y el día más largo de todo el año. Hay razones neurofisiológicas que explican el cambio en el estado de ánimo de la gente en el tiempo en que el día se alarga. También hay razones etnohistóricas que explican los cambios en el estado de ánimo colectivo de los humanos o, dicho de otro modo, el incremento de las celebraciones en el tiempo de primavera y verano: El diencéfalo es la parte del cerebro donde hay el hipotálamo. Es el regulador de muchas funciones de la vida vegetativa de los mamíferos y de sus relaciones con las actividades vitales, influye sobre las funciones sexuales, las reacciones emotivas y las psíquicas. Con su mediación se produce la respuesta emocional a las sensaciones. Una de estas respuestas primarias es la reacción ante la luz, debido a los cambios hormonales, la disminución de la secreción de melatonina y el aumento de la secreción de testosterona. Los humanos, como los otros primates superiores, somos también mamíferos. En conclusión: la primavera y el aumento del tiempo de luz solar también altera el comportamiento festivo de los humanos porque nos predispone a disfrutar de las sensaciones y de las emociones. Aunque el poeta Joan Maragall lo atribuía al aroma de las plantas de San Juan:
Donzelles enamorades d'un nuvi esdevenidor, escabelleu les alfàbregues perquè facin més olor. L'alfàbrega escabellada és un encenser violent que al llançar la flaire enlaire augmenta l'encantament.
Doncellas enamoradas de un novio futuro, desmelenado las albahacas para que hagan más olor. La albahaca despeinada es un incensario violento que al lanzar el aroma al aire aumenta el encantamiento.
Pronto volveremos con Maragall a propósito de la albahaca ...

Los baños prodigiosos de la Noche de San Juan
Los antiguos romanos celebraban las fiestas Neptunalia al pico del verano, en el mes al que hoy llamamos julio. Eran unas fiestas en honor a Neptuno, genio y divinidad de las fuentes, mares, manantiales y arroyos. Las Netpunalia tenían como espacio festivo los huertos y los jardines, regados con el agua de fuentes y arroyos, que fruta justo en el mejor tiempo. El erudito periodista Néstor Lujan explicaba en una de sus columnas en el diario Avui, la tradición barcelonesa de irse a lavar la cara a la fuente de la calle de la Avellana la noche de San Juan. La calle de la Avellana fue uno de esas calles de la Barcelona vieja que fue aniquilado de la faz de la tierra para la construcción de la Via Laietana. Decía Luján que las chicas guapas se lavaban para tener un buen cutis, porque las virtudes del agua de aquella fuente adquirían propiedades mágicas aquella noche. En muchos pueblos del País Valenciano, hubo un tiempo en que se cantaba:

la xica que eixa nit que fa lluneta, se llava tres voltes la cara i després que la té neta, se la torca amb un llençol, serà més guapa que un sol."...
la chica que esa noche de luna, se lava tres veces la cara y después de que la tiene limpia, se la enjuaga con una sábana, será más guapa que un sol. "
Los baños de mar en la playa de la Barceloneta, los baños a la fuente de Hércules, los baños de rocío con el cuerpo desnudo sobre la hierba fresca, han sido una tradición que se remonta a los tiempos clásicos. Pero hoy la tradición que parece imponerse son los imponentes dispositivos de guardia urbana y limpieza de playas que ahuyentan los noctámbulos bañistas de San Juan rebautizados con el apodo de “vándalos incívicos del botellón”. No importa el sobrecoste de las operaciones, ni las horas extras, ni la crisis, lo que importa es devolver el orden en el espacio público para que los primeros bañistas madrugadores y cívicos, a menudo cuatro gatos en comparación con los de la noche , puedan ostentar la categoría de ciudadanos ejemplares, gente de bien, seria y poco fiestera.
Alrededor de los sortilegios del agua han aparecido diferentes objetos mágicos más inofensivos, a menudo considerados juguetes para niños, como los rossinyols,  ruiseñores, pequeños jarrones con silbato que, una vez medio llenos de agua, imitan el canto de los pájaros. Estos objetos reciben muchos nombres como xiulet de moixó o "pito" en Miravet. En las ferias se vendían estos silbidos de agua justo en el tiempo en que los pájaros cantan. Al hacer gorjear el ruiseñor de agua los pájaros contestan porque son animales que marcan su territorio con el canto, por este motivo también ha sido usado este objeto como reclamo para la caza. También en Navidad, a las doce de la medianoche, cuando se cantaba el Cant de la Sibila, se hacía sonar el silbato de agua imitando el canto de los pájaros.
Durante el periodo del buen tiempo se puede sentir más el canto de pájaros como el mítico cuco. Sobre el canto del cuco, por ejemplo, se han explicado muchos relatos y canciones como aquella que recoge también Néstor Luján sobre la llegada de las fiestas de la Primavera:
Si per Sant Josep no canta el cucut, o és mort o s’ha perdut!
Si por San José no canta el cuco, o está muerto o se ha perdido!
En la antigua Grecia, el cuco tenía un significado relacionado con el matrimonio.
Esta estación del buen tiempo ha representado el renacer de la vida, el tiempo del sol que calienta ni poco ni demasiado, el período entre el frío invierno y el tórrido verano que todo lo agosta. Es el tiempo de las fiestas del ramo, de la veneración y la exaltación de las plantas y de las flores. Es el tiempo de los árboles de mayo, el del mes de María por los católicos, el tiempo de Flora por los antiguos romanos, la exaltación de la vegetación, del amor y de la fiesta. Es el tiempo de las Caramelles, de sant Jordi y el día de Ramos. El etnógrafo Julio Caro Baroja le dedicaría una monografía que llamaría "La estación de amor. Fiestas populares de mayo en San Juan "
Otro juguete mágico era a Joanet de l’aigua, Juanito del agua, que consistía en un muñequito de cartón articulado por las piernas y los brazos que con su movimiento podía invocar el espíritu de los duendes de la noche de San Juan.

El prodigio de las plantas y los aguardientes
La albahaca, planta sagrada durante milenios por los hinduistas, es una de las plantas mágicas de la noche de San Juan. Joan Maragall las llamaba las matas olorosas de la noche de san Juan.
“Aquesta mata olorosa de la nit de Sant Joan llança flaire, silenciosa, entremig de la bravada de la nit incendiada per tants focs que es van alçant. Entremig dels núvols roigs, el cel blau i les estrelles; entremig dels crits de goig, remoreig de fontanelles, i entre el baf esbojarrant, una flaire es va escampant fresca, suau i candorosa: les alfàbregues la fan: són les mates oloroses de la nit de Sant Joan...”  
"Esta mata olorosa de la noche de San Juan lanza fragancia, silenciosa, en medio de la vaharada de la noche incendiada por tantos fuegos que se van alzando. En medio de las nubes rojas, el cielo azul y las estrellas; medio de los gritos de júbilo, rumor de fuentes, y entre el vaho alocado, un aroma se va esparciendo fresco, suave y candoroso: las albahacas lo hacen: son las matas olorosas de la noche de San Juan ... "
Como la albahaca, también la ruda, la carlina, la hierbabuena, el tomillo, la verbena, el azahar, manzanilla y todas las hierbas pequeñas tendrían propiedades milagrosamente curativas esta noche. Una en especial te haría invisible: el helecho.

En Mallorca pervive una costumbre arcaica que el Principado de Cataluña era practicado a menudo en el Pirineo. Esta práctica ritual relacionaba el poder regenerador de los árboles con la curación del infant trencat, niño herniado. Un roble joven era desgarrado por el centro del tronco, y entre las dos mitades dos hombres, un Pedro y un Juan, iban pasando la criatura recitando un sortilegio mágico que debería curar al niño enfermo,  si el árbol curaba su herida una vez atado el tronco.
También en Mallorca no hay mejor tiempo para recolectar las hierbas para la elaboración del licor de cazalla y anís que lleva este nombre: herbes. En la secretísima receta de las herbes seques y las herbes dolces, intervienen la menta de barranco, la flor de naranjo, la hoja de limonero y de higuera, la hierba luisa, el azahar, la hierbabuena, la flor del tomillo y del romero, el hinojo tierno, el albahaca y así hasta veinte o treinta según las virtudes del terreno y de la sabiduría de la que recoge las hierbas.
La bebida festiva menorquina por excelencia es la pomada, una mezcla de ginet ginebra y limonada, que se ofrece a las puertas de las casas a los festeros des Jaleo, que en Ciutadella es por la celebración de San Juan. El ginet es una ginebra olorosa que se elabora con los frutos del enebro sumergidos en maceración en aguardiente, el alcohol de vino sin aromatizar.
En tiempos en que no se estilaba la cerveza entre los catalanes, nuestros abuelos bebían aguardiente en tiempo de fiesta y también en tiempo de trabajo. Reus y su comarca exportaban aguardientes, la forma más estable de transportar en barco el producto de una tierra de vino. En el Caribe los catalanes establecieron sus destilerías, y todavía hoy hay buen ron que lleva nombre catalán. De puertos como el de Torreblanca salían pailebotes y otras naves cargadas de aguardiente hacia América y volvían cargados de algodón para la industria textil. Magia, fiesta y trabajo unidas como el seny y la rauxa, un tópico que edulcora el dualismo clásico del caos y el cosmos griego y mediterráneo.

Las nuevas y las viejas tradiciones del norte y del sur
Siguiendo una costumbre que comenzó el año 1955 Francesc Pujade, un excursionista de la Cataluña del Norte, hoy territorio del estado francés, desde el año 1966 hay entidades que celebran la fiesta repartiendo por todas partes la flama , llama que se enciende en la cima del Canigó y que se conserva en el Castillet de Perpinyà. La Flama del Canigó es llevada en relevos en los Países Catalanes para encender las hogueras de la Noche de San Juan. En la capital catalana, Barcelona, ​​la llama es recibida en la plaza de Sant Jaume con la copla, el águila y los gigantes de la ciudad y desde este lugar es llevada hasta los barrios. En las tierras del Ebro, que es como quiero entender que ahora quieren llamar en la televisión de Cataluña al Maestrat, el Port, en el Matarranya, en el Montsià, el Baix Ebre, en la Ribera, en la Terra Alta y el Priorat , se celebra de forma desigual. Pero en concreto en el Priorat cada año es un pueblo diferente el que lo acoge, y va gente de todos los pueblos de las comarcas en caravana de coches, con el hereu y la pubilla de la fiesta mayor de cada uno. Se reparte coca, torta, vino y avellanas. Al llegar  cada pueblo enciende la gala, hoguera, de san Juan. En algunos casos son el más viejo y la más vieja del pueblo los que hacen los honores de encender la gala.
En Alicante es donde se ha conservado más viva la costumbre en el País Valenciano, pese a las prohibiciones que desde el siglo XIX ya había, la gente hacía y hace hogueras por San Juan. La fiesta comienza el viernes antes de la plantà, la semana antes de san Juan. La hoguera quema de día por San Juan en la fiesta de calle donde los vecinos comen coca con atún y bacores, higos.

Sentir los sabores de la fiesta
 Higos, avellanas, coca, cava ... No hay fiesta sin comer y beber. En cuanto a la cocina de la fiesta es típica en el Principado la coca adornada con fruta confitada, azúcar y piñones, una variante moderna de las tortas de cerezas que, en Barcelona por Corpus y en Reus por San Pedro, llenaban los escaparates de hornos y pastelerías. Otras comidas típicas han sido la sandía y el melón. Las bebidas típicas han sido el cava, el moscatell, la mistela, la malvasía, el vinblanc, el vino rancio, las limonadas, los volados, la horxata de xufles, la pomada ...

Una noche de San Juan puede oler de traca y de tortas al horno, puede hacer gusto de sandía y de malvasía. Puede oler a humo y de muebles viejos. En una verbena se puede sentir el olor del mar y del rocío, el olor de las flores de la retama y de la albahaca, pero sobre todo se debe sentir el rumor de la gente en una noche de fiesta.

Empezaba hablando a la manera de los cuentos magrebíes, y quiero terminar relacionando las tradiciones de un lado y la otra del Mediterráneo, porque también en el Magreb llegan los olores de la noche de san Juan. Los amazigs celebraban la noche del solsticio de verano encendiendo hogueras donde se quemaban hierbas de olor con las que se fumigaban las criaturas, la casa, los campos y el ganado para protegerlos de todo mal. Juan el Bautista no es el único profeta que se respeta en aquellas tierras, el día 21 de junio se conmemora también el nacimiento del profeta Mahoma.
No olvidemos que la gente de Mallorca aún recuerda un dicho tradicional que dice así:

A la nit de sant Joan tot és festa i alegria: fan festa els cristians i els moros de Moreria
En la noche de San Juan todo es fiesta y alegría: hacen fiesta los cristianos y los moros de Morería

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