Tradicionarius: los inicios

En la Barcelona de1988 en el café del Artesà, el Ateneo de Gracia, el centro cívico de la Travesía de Sant Antoni del que yo era un joven director, empezamos un ciclo de café-concierto de música tradicional.Como fuera que en experiencias anteriores como los "Saraus de Primavera" en los jardines del antiguo Hospital de la Santa Creu, no habían tenido la continuidad deseada, los músicos impulsores no se habían atrevido a repetir la experiencia.Mi amistad con el músico Eduard Casals, compañero de gralla (dulzaina) en los "Grallers de Gràcia" y en el grupo de pasacalles "Pamipipa", me animó a hacerle la propuesta a él ya su nuevo compañero de grupo, Jordi Fàbregas.  
Como no daban crédito a mi propuesta, los fui a encontrar al bar de debajo de mi casa donde solían ir a comer, en la calle Torrent de l'Olla entre las calles de Betlem y Biada, muy cerca de donde vivía Jordi Roure que trabajaba en Radio 4, un buen músico que me vendió su acordeón de botones para que también lo aprendiera a tocar. En el encuentro en el bar les hice saber que, como ahora dirigía el centro cívico, podía ser la ocasión propicia para iniciar una nueva experiencia: un ciclo de café-concierto de música tradicional.La verdad es que fui bastante atrevido, porque el entonces concejal del Distrito de Gràcia, Xavier Valls, me había advertido que no quería que convirtiera el Artesa en un cau de grallers (cueva de músicos tradicionales).Tuvieron que pasar meses para que se concretara la propuesta, pero al fin Jordi Fábregas compareció en mi despacho del centro cívico con una primera idea.Todas las dudas, propuestas y preguntas recibían un sí por respuesta, hasta el punto que Jordi rompió a reír nerviosamente.Yo le pregunté qué le pasaba?La respuesta fue inmediata:- Es que no me lo puedo creer, porque no estoy acostumbrado a que me digan a todo que sí!La crítica y el público de la época habían condenado la música tradicional catalana a poco más que un reducto nostálgico para "minorías". De ahí que el nombre del ciclo de conciertos tendría un nombre de ecos antidiluvianos: se llamaría "TRADICIONARIUS" como si se tratara de una especie extinguida de dinosaurio.Algunos dirigentes "digitales" del Ayuntamiento de Barcelona se sorprendían que al Tradicionàrius viniese tanta gente, opinaban que "el Tradicionarius tiene su propio público ...".Pero aquel público era un público activo y cómplice que se hacía suyo el proyecto como suele pasar en las fiestas populares. Porque era eso lo que queríamos: recrear, reproducir el ambiente de los momentos en que la música tradicional catalana, estaba viva y tenía presente y futuro. Jordi Roure se las ingenió para traer un equipo de Radio 4 a grabar los conciertos.Enric Miró, actualmente compañero mío en el Museo Etnológico de Barcelona, ​​me pidió, aquel viernes de1988, filmar el café-concierto donde yo mismo presentaba a Carlos Mas, hinchando pesadamente  suna enorme gaita, toda una novedad en la Gracia y en la Barcelona de los ochenta! . También a "Panchito" al violín y al acordeón, que acababa de llegarde Méjico y a "Roviretes", el añorado flabiolaire Josep Verdaguer de Folgueroles. Gracias a Enric Miró tenemos hoy estas imágenes.Así comenzó un proyecto que acabaría siendo el festival de música tradicional más importante de los Países Catalanes, uno de los grandes de Europa en el siglo XXIFeliz XXV aniversario!


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